viernes, 15 de julio de 2011

VÍA CRÍTICA / De Junio Musical, ni hablemos

Por Miguel Ángel Gómez Polanco
Las fiestas patronales son históricamente una oportunidad de apreciar el arraigo cultural que posee un lugar,  del cual se desprenden diversas características que les dan identidad, como la vertiente espiritual de la que emana la devoción del ser humano.
            No obstante, estas cualidades que alimentan el sentido de pertenencia, han sufrido cuestionamientos e influencias propias del fenómeno de la globalización, que inevitablemente afectan la percepción, para bien y para mal.
            Tal es el caso de una celebración con una importancia turística trascendental en Veracruz, duramente criticada a causa de las prácticas que ahí se realizan: la Xiqueñada, festividad dedicada a Santa María Magdalena, en uno de los pueblos con mayor tradición taurina del país, Xico.
            Esta celebración, con 35 años de existencia, ha cobrado especial interés con el paso de los años, al grado de convertirse en uno de los atractivos-estandartes más sobresalientes del estado y que en el año 2011 ha sido considerada, junto a las fiestas de la Candelaria en Tlacotalpan y Cumbre Tajín, como las de mayor proyección en el primer año de Javier Duarte de Ochoa al frente del gobierno estatal.
            La cosa, dijeran por ahí, es el elemento principal de la festividad: soltar toros de más de 500 kilogramos a las céntricas calles del pueblo; algo criticado por diversas organizaciones ambientalistas y protectoras de los animales.
            Cabe destacar que estas agrupaciones alegan la exclusión de esta modalidad de maltrato, al igual que la circense, peleas de gallos, faenas camperas, carreras de animales, actividades relacionadas con el deporte de la charrería, jaripeos, pamplonadas, granjas cinegéticas y Unidades de Manejo Ambiental, de la Ley para la Protección Animal, aprobada a finales del 2010, argumentando intenciones de lucro con una actividad que atenta contra la integridad de dichos animales.
            Y no están lejanos a dar con la verdad, considerando que la afluencia promedio a estas fiestas es de 300 mil personas, entre turismo local, nacional e internacional. La pregunta entonces es ¿verdaderamente la protección a los toros justificaría la pérdida de una derrama millonaria como la que genera la Xiqueñada?
            ¡Ah! por cierto, aunque prometí no hacerlo, le comento que el festival Junio Musical sigue desaparecido y sin posibilidades de resurgir, porque como bien dice don Félix Báez Jorge, director del IVEC, “el recorte presupuestal ha afectado a la difusión cultural”. Por eso, mejor iremos a ver cómo se marean a los toros en Xico, total, culturalmente eso sí vale la pena ¿o no?




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