jueves, 13 de octubre de 2011

VÍA CRÍTICA / Good bye Jelipe!

Por Miguel Ángel Gómez Polanco

na mujer viuda, ama de casa y de módico sustento; fiel a sus creencias religiosas, políticas y familiares; americanista, panista y con educación conservadora, cae en coma un viernes 30 de junio del 2006.

            Sus dos vástagos, en la indefensión y con un sustento a cuenta gotas, buscan la manera de subsistir. Uno de ellos, Toño, el mayor, tiene poco que cumplió su mayoría de edad y está entusiasmado por votar el domingo. Sabe por quién lo hará; tal vez como “homenaje” a su inconsciente madre.

            Por quién emitió el sufragio, es lo de menos. Pasan los meses y Toño festeja la victoria. “¡El cambio seguirá por otros seis años!” gritaba con visible alegría, tal como lo haría su madre. Le prometieron atención para ella, que junto a su inquebrantable esperanza, lo mueven a la espera de su gran despertar.

            Antes de que la madre de Toño entrara en ese estado, se sentía segura de que México saldría delante de su problema económico. La inseguridad le preocupaba, pero no era su principal prioridad; sabía que sus hijos habían tenido una formación lo suficientemente adecuada para saber “dónde meterse”, sin correr riesgo alguno.

            No obstante, Pepe, el hermano menor, no halla rumbo en su vida. Su rostro, rutinariamente resquebrajado e impotente, no hace más que añorar las risas de su madre, quien a pesar de la adversidad, siempre aseguró que lo vería ser un apuesto marino. Pero la realidad es otra: a dos años de que quien lo procreó cayera en un incierto limbo, Pepe es de esos siete millones que ni trabajan, ni estudian.

            Pero había una salida senciila, que de acuerdo con la doctora en sociología y cultura de la juventud, Rossana Roguillo, provee al joven mexicano “no sólo de dinero fácil, sino también de sentido de pertenencia, territorialidad, de convertirse en el 'machín', dentro de las células delictivas” que, especialmente desde hace seis o siete años, tienen una aceleración muy fuerte de violencia y de seducción ante la juventud mexicana.

            Sin embargo, un día la madre despertó. Pepe, no estaba; ya era parte de los poco más de 30 mil menores que forman parte del crimen organizado. Toño sabía que probablemente no volvería a ver su hermano, por lo que montó un “teatro” para hacer creer a su madre que Pepe había emigrado al extranjero, empleado por la marina mercante.

La madre moriría a los pocos meses, producto de la diabetes, pero sabiendo que a pesar de los esfuerzos de su hermano, Pepe tal vez ya la esperaba… en otro lugar.

¿Reconoce la historia? Seguramente sí. De lo contrario, se lo dejo de tarea; aunque Vladimir Lenin se revuelque en su tumba.



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