Por Miguel Ángel Gómez Polanco
La
insurgencia es un albur cuando no se tienen bien sustentados los ideales, quedó
comprobado. El “monstruo” de la pantalla, la imagen e identidad aspiracional,
puede romper con cualquier esquema planteado para infundir pensamientos, dando
el giro equivalente a una “traición”, incluso cuando la intención sea otra.
Lo preocupante, al final, es la
concepción de los movimientos insurgentes en un país carente de orientación
democrática, cuyo fundamento se basa más en características anti-sistema, que
en un fomento de la actitud propia de un país educado en el tema.
Ejemplos hay de sobra; la historia
habla por sí sola. Francia y su racionalización de la democracia, dándole un
cauce reformador; Estados Unidos y la adecuación empírica, restauradora pero
continua; ambas partiendo de estallidos revolucionarios como los de 1789 y 1776,
respectivamente.
Pero ¿México? ¿A qué le tiran los
insurrectos que abogan por expresiones ambiguas como la “democratización los
medios de comunicación”, cuando ni siquiera poseen un ideal democrático (y por
ende, racional) o ya de menos, empírico?
La respuesta es fuerte y lastimosa: la
democracia para gran parte de la juventud mexicana es entendida, no como “la
igualdad que nos hace libres”, sino como la libertad para igualar a los tienen
el poder. ¿Quiénes lo tienen? Habría que preguntárselo a los integrantes del
#YoSoy132, ahora conocidos por sus filias vandálicas, poses de intelectual mocho y con una fuerte tendencia a convertirse
en parte de las corrientes ideológicas, más no en una corriente misma que represente
la vanguardia democrática que necesita el país.
Ya no es raro que se den hechos como
los suscitados en las oficinas de la representación del estado de Michoacán en
el Distrito Federal, donde encapuchados tomaron las instalaciones como medida
de reclamo por lo acontecido en aquella entidad con normalistas. Éstos se
identificaron como integrantes del movimiento #YoSoy132, en una clara muestra
de la confusión respecto a la disidencia que el fenómeno sugería en un
principio y que tenía como finalidad primaria la dignificación de la
democracia.
Asimismo, tenemos el caso de Antonio
Attolini; estudiante del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y exvocero
cientotreintaydosezco que no pudo con
el “enemigo” y se le unió, formando parte del show y cayendo en las especializadas herramientas de reclutamiento farandulero
que posee Televisa, como panelista del flamante programa de análisis “Sin
Filtro” a transmitirse los domingos en el canal ForoTV y en el que también
participará Genaro Lozano; quien fuera moderador del debate presidencial
organizado por el movimiento en cuestión.
En este sentido, está demás que el “emperador
de San Ángel”, Emilio Azacárraga Jean, haya salido en defensa del programa de
debate en cuestión, argumentando una inconformidad total de quienes criticaron
la incursión de Attolini en “Sin Filtro”, no obstante la “apertura” a la
opinión que, dice él, ofrece su empresa. De cualquier manera, la estrategia funcionó
al captar el interés de quien ostentaba como uno de los rostros más conocidos
del #YoSoy132, que aunque carente de liderazgos reales, lo consideraba como
figura representativa.
Aquí lo realmente importante es la
diversificación de objetivos que inundan las filas del movimiento, carentes a
toda luz de metas comunes que permitan considerarlo fuera de la naturaleza
politizadora que caracteriza al país y, por lo tanto, poseedor de una cualidad
creíble en su discurso, hoy transformado en una revelación del estatus ético de
la juventud nacional.
SUI GENERIS
Así
es: a los #YoSoy132 les dieron “attolini con el dedini” y, de paso, se le proporcionó
a la opinión pública mayores herramientas de crítica hacía un fenómeno social
insustentable que pone en riesgo su esencia socialmente reformadora e
inequívocamente necesaria.
De haber sabido que varios
"intelectuales" del #YoSoy132 como Attolini lo único que querían era
sustituir a los "intelectuales" de Tercer Grado. ¿Qué sigue? ¿Un
programa de revista para López Obrador en la televisora de Carlos Slim?
El concepto de la democracia en
México está en crisis y mientras, el que Hobbes podría llamar con facilidad “Leviatán
del Periférico”, continua su labor de acaparamiento; ese que ni el más “anti”
podrá derruir si no se replantean los ideales en los que se fundan, empezando
por lo básico, como eliminar este prefijo y, quizás, cambiarlo por alguna
preposición como “pro”. ¿O usted qué opina?
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