Decía Jaime Sabines: “el amor es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente”, y qué razón tenía. Hoy en día, la perseverancia no dio tregua al hartazgo y el temor, cosa que ha quedado demostrada por la izquierda mexicana.
Salvo ciertas excepciones protagonizadas por alguien de nombre –tal vez irónico- Jesús, el amor se ha hecho presente para demostrar cuán importante debe ser la integración y dejar a un lado las fracturas.
Al día de hoy, dos “titanes” de la política en nuestro país, han cedido ante una democracia que muchos veían innecesaria al interior del partido que ha protagonizado la mayor cantidad de los desdenes sufridos por sus seguidores y reflejado en los resultados de las últimas elecciones, siendo ellos los perdedores más sobresalientes.
Pero hay amor ¿qué más da? Se dio cátedra de comprensión, principal cualidad de ese sentimiento y virtud necesaria para la integración nacional.
No obstante, lo más interesante de este concepto adoptado por el otrora presidente legítimo y cuya transmisión a la militancia perredista se ha convertido en todo un indescifrable suceso, podría traducirse, al final de todo, como una de las mejores alianzas partidistas en términos discursivos que se hayan dado en la historia de México, en el supuesto de que Chepina, la del “México Posible”, quedara como la abanderada albiazul rumbo al 2012.
Sí, porque entre la “República Amorosa” de Andrés Manuel y la sensibilidad de la mujer que ha cautivado con su tierna voz, modo de conducirse y postura de respeto total hacia las instituciones y ciudadanía, podría darse un frente común y sin registro ante el IFE, contra el de Atlacomulco, que de momento festeja haber hecho a un lado a Marcelo, sin tener que meter las manos y con un 39 por ciento a favor en las encuestas de preferencia electoral.
La única verdad en esto es que los achaques relacionados con el talón de Aquiles del mexicano, la violencia y el narcotráfico, jugarán un papel determinante en lo que logren los candidatos a la presidencia de todos los partidos, basándose en el amor por nuestro país y la motivación que el pueblo mexicano encuentre en este parámetro de gobierno, de urgente sensibilidad y humanismo.
Ante este panorama, ya se pueden pronosticar las bases de una contienda que seguramente marcará historia, porque para Sabines, “los amorosos, callan”, pero para la política en México, se hará todo lo contrario en una ofensiva poco común, tratando de convencer al electorado de que lo que debe tocar sus corazones, sea todo, menos balas. Así pues, los amorosos 2.0 ya están aquí.
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