Por Miguel Ángel Gómez Polanco
¿Le resultan familiares las expresiones “juay de rito”, “Barack Osama”, “porros twitteros”, “tapetitos de Calderón” y “limpiaré Libia, casa por casa, si los manifestantes no se rinden”?
Estos son solo algunos ejemplos de la influencia de las redes sociales en el mundo actual. Gracias a ello, diversos personajes, empresas, medios de comunicación y ciudadanos en general, ya las consideran herramientas indispensables para la difusión de mensajes e información.
Basta con citar lo sucedido en medio oriente, principalmente en Egipto, donde una convocatoria realizada a través de estos sitios, logró derrocar a un presidente y sirvió de inspiración para posteriores rebeliones como en Libia, Siria, o incluso en países como España e Inglaterra.
No obstante, el poder de Twitter y Facebook debe ser manejado con prudencia, pero sobre todo, interpretado con la mayor objetividad posible, pues debido al potencial de movilización que han alcanzado, su funcionalidad puede ser fácilmente confundida, y con ello, generar perjuicios en la propia sociedad, sobre todo si se toma en cuenta que la cantidad de usuarios ha crecido exponencialmente, llegando a los 4.1 millones en el microblogging del pajarito azul, mientras que en la creada por Mark Suckerberg, ya se rebasan los 22 millones –ambos, tan solo en México- según una investigación del periódico inglés The Guardian.
Y para muestra, un botón: lo sucedido en la conurbación Veracruz-Boca del Río, después de esparcirse fuertemente el rumor de posibles ataques a las escuelas de la zona. El caos se apoderó de los habitantes, quienes haciendo una funesta gala de la incertidumbre, paranoia y desinformación que ha propiciado el tema de la inseguridad en nuestro país, salieron a las calles para “rescatar” a los hijos, avisar a los parientes y prevenir a cuanto cristiano se les pusiera enfrente del peligro que se corría.
Pero ¿de quién depende que estos hechos no trasciendan al grado de crear una histeria peor que la del fin del mundo? Simple: de todos.
Hoy en día, mantenerse informado y estar al tanto de los avances en las tecnologías utilizadas para difundir cualquier tipo de mensaje, es una responsabilidad compartida entre los gobiernos y la ciudadanía.
El error está en basar el deseo de paz y tranquilidad, en fuentes que, como las redes sociales, pueden resultar un simple “me lo dijo un pajarito” sin fundamentos.
Alguien me dijo un día: los chismes, son chismes hasta que se comprueben, por lo que en estos casos, la mejor manera de prevenir es estar informado responsablemente siempre… ¿o no?
Twitter: @MA_GomezPolanco
Facebook: Miguel Ángel Gómez Polanco
Correo electrónico: magomezpolanco@gmail.com
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