Bien dicen que un fundamento primordial en el ejercicio político de cualquier nación, es la vanguardia. Adaptada o de innovación propia, mantener una postura acorde con la evolución de la humanidad y sus necesidades, es indispensable para no caer en prácticas retrógradas que, además de causar una mala imagen, principalmente de hartazgo, pueden condicionar fuertemente el potencial de quienes practican este arte.
Ejemplos de lo anterior, hay vastos, del que sobresale uno reciente y que ha fungido como un parámetro real y eficiente en la consecución de la victoria electoral, matizada por el buen uso de las herramientas tecnológicas disponibles: el presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama.
El caso del afroamericano es único, ya que a través de una planeación de estrategias de difusión precisas, consiguió alzarse con el triunfo como presidente de la Unión Americana, no obstante los fuertes obstáculos que, tanto la opinión pública como sus rivales políticos conservadores, pusieron para evitar que llegase a dirigir los destinos del otrora país más poderoso del mundo.
Barack TV, Obama Mobile, MyBarackObama.com, el blog BarackObama.com, fueron algunas de las plataformas que, a través de la Internet, dotaron al candidato demócrata de un fuerte poderío y –casi- absoluta presencia en el electorado, aunque éstos sitios tuvieran ciertas restricciones de convocatoria a razón de sus no partidarios.
Por ello, el paso siguiente en la campaña virtual del mandatario norteamericano fue su incursión en las redes sociales Twitter y Facebook, cuya penetración se comenzaba a dar de manera gradual en el mundo, pero contando ya con una influencia de notable importancia.
El establecimiento de una Política 2.0 (término utilizado para nombrar la inclusión de la tecnología) fue la base para que Barack Obama llegara al 72.7 por ciento de los hogares en Norteamérica, y así, tener la oportunidad de exponer sus propuestas y difundir una imagen que, en definitiva, hizo de las críticas una manera de justificar el acercamiento con la ciudadanía, dando como resultado el convencimiento y subsecuente reflejo en las urnas.
Pero para que esto pueda tener un efecto masivo importante y electoral, primero se debe tener en cuenta que la integración de la tecnología tiene que comenzar por la propia ciudadanía, para que, una vez teniéndola al alcance, la Política 2.0 tenga un sustento.
En este contexto, lamentablemente México se encuentra en un lugar poco privilegiado, pues aún en la actualidad, el ejercicio político sigue basándose en las prácticas populistas y oportunistas de la necesidad, debido especialmente a los índices de pobreza con los que cuenta.
No obstante que en el último censo del INEGI (2010) se determinó que existen 34 millones 871 mil 724 usuarios de Internet –29 millones 814 mil 191 más que hace diez años-, es decir, el 36 por ciento de la población; la cifra continúa siendo menor a la que en el 2008 contribuyó de gran manera para que Barack Obama lograra llegar a la presidencia del país de las barras y las estrellas.
Sin embargo, la posibilidad de aprovechar la denominada “súper carretera de la información”, no debe pasar desapercibida y, mucho menos, menospreciada.
De hecho, hay quien ya se muestra consciente de los alcances que puede tener el uso de la tecnología para fines electorales, como el candidato de izquierda a la presidencia de la república, Andrés Manuel López Obrador, quien ha encontrado en el también periodista y convertido en un experto en redes sociales, Federico Arreola, a un aliado indiscutible para la propagación de información, impregnada de toques de controversia, polémica y, en general, “detalles” que llamen la atención lo suficiente para obtener un mercado cautivo, quien cabe destacar, tiene 97 mil 690 seguidores sin ser un personaje enteramente político.
Asimismo, la precandidata del PAN al mismo puesto, Josefina Vázquez Mota, también ha optado por incursionar en este rubro, dando prioridad a una red en especial: Facebook, la cual cuenta con una densidad de usuarios en México del 16.5 por ciento, en relación al acceso de Internet desde el hogar, trabajo y lugares públicos.
SUI GENERIS
Por todo lo anterior, es inverosímil y, hasta cierto punto descarado, que el líder nacional del Partido Revolucionario Institucional, Pedro Joaquín Coldwell, se atreva a asegurar que en el caso del “precandidato” tricolor, Enrique Peña Nieto, “las redes sociales no deciden una elección, sino los votos”, pues aunque técnicamente tiene razón, es un hecho que los 10 puntos que ha bajado éste en las cuestionables encuestas de preferencias electorales, se deben en gran medida al flujo de información en las redes sociales, precisamente.
Esto es, en pocas palabras, una bofetada a la realidad de un partido que actualmente, estaría retomando las mismas artimañas que hace 80 años: la manipulación de la información, por supuesto, sin computadoras de por medio, ¿o usted qué cree?
No hay comentarios:
Publicar un comentario