Miguel
Ángel Gómez Polanco
El
poder de la información puede ser tan benéfico como perjudicial, si no se
fundamentan las bases en las cuales habrán de reposar los principios de quien o
quienes deciden hacer de ella, un instrumento de reclamo.
No obstante, esto puede ser omitido
como premisa cuando la efervescencia social finca sus intenciones en
sentimientos como el hartazgo, el desasosiego y el coraje, aunque es
trascendental tomar en cuenta que no por esto, deja de ser una acción legítima.
¿Habrán entendido esto nuestras “opciones”
presidenciables y sus partidos? Tengo mis dudas. Las movilizaciones que han tenido
lugar en nuestro país, inspiradas básicamente por el pesar de la sociedad y la
democratización, en primera instancia, de los medios de comunicación -cuyo papel
preponderante en la percepción de la realidad nacional le da su estatus de
prioridad- han desencadenado un fenómeno que en poco tiempo mutó, para pasar de
una consigna política a una ciudadana al cien por ciento.
En este sentido, aunque a la mayoría
le parezca que las posturas como la que emprendió la Universidad Iberoamericana
y que ha “contagiado” al país, pudieran tener una filia partidista debido a la
identificación con el discurso de cierto candidato; es un hecho que la juventud
ha ejercido un derecho aletargado que, por ende, no se dejaba sentir con tanta
intensidad.
Así pues, la revolución “anti” y los
arquetipos de manifestación a los que estamos acostumbrados; de esos que
desquician la vialidad e involucran a todos en el descontento, pero ligado al estrés;
comienzan a ser parte de la cohesión que tanto ha buscado la sociedad civil
para establecer un objetivo común que la respalde y vaya de la mano con la
esperanza de cambio.
Pero todo lo anterior es nada,
cuando existen élites que hacen de la represión y el menosprecio, dos falsas
virtudes que intentan disfrazar con tolerancia insinuada, descartando que es
precisamente esta voz masiva el parte aguas de una posible recuperación
democrática que favorezca a una nación, como sucede en Egipto, por ejemplo,
donde las elecciones de este país a través de métodos que están lejanos a la
obligación de hacer personal un fundamento político que debiera ser
alternativo, habiendo partido de una insurrección como la que vivió aquel país
por la liberarse de regímenes totalitarios como el de Hosni Mubarak.
Ahora bien: un paso fundamental para
legitimar las manifestaciones como las que ahora acaparan la atención de México
y el mundo -al estilo de Medio Oriente, España o Chile en la actualidad- debe
ser precisamente la de conocer la historia que las motiva, como parte del
sustento informativo que se intenta transmitir y, entonces sí, hacer uso de las
herramientas actuales para lograr de estas expresiones algo que siente
precedentes y no quede como una moda.
Pero tú, amiga o amigo marchante ¿en
verdad estás consciente del alcance que puede tener una movilización como la
del #YoSoy132?
Al respecto, convendría echar un ojo
a sucesos similares que han impactado en la humanidad, precisamente porque más
allá de no votar por el PRI o exigir a imparcialidad a un duopolio establecido –y
que llevará años regular- existen referencias que podrían servir para tener una
idea más clara de la información que estamos compartiendo al participar en ello,
así como el mensaje que deseamos enviar al resto de la población.
Por ejemplo ¿crees que el movimiento
del 2 de octubre fue algo aislado o pormenorizado para los mexicanos? ¿Sabías
que en la década de los 60 se vivió otra efervescencia mundial que alcanzo países
como Francia con la “Revolución de los Zánganos” (calificada así por la
oposición y considerada la más importante, debido a quienes la apoyaron; desde
sindicatos hasta un partido de pensamiento comunista); Estados Unidos con el
reclamo de mayores y mejores derechos civiles de las minorías y contra el
conflicto de Vietnam (de la que destaca, por cierto, la que emprendió la
Universidad de Berkeley a favor de la libertad de expresión política); Italia,
donde universitarios lograron que sus instituciones fueran auto gestionadas por
ellos; la Primavera de Praga en Checoslovaquia y hasta China en 1965, por la
dignificación de la juventud? Todos, cabe destacar, impulsados de gran manera
por los medios de comunicación; algo que hoy podría ser comparable con el
alcance de las Redes Sociales.
SUI GENERIS
¿Sancionar
porros? ¿Desestimar la inteligencia de las nuevas generaciones? ¿Encasquetar
partidos al disgusto ciudadano? Esas son sandeces. Lo que sí sería imperdonable
es que, durante o después de manifestarse, olvidáramos el objetivo por las que
lo hacemos. Es hecho que esto ya nadie lo frena y no por idealismo, sino porque
se trata de una inercia lógica, antecedida por movimientos similares en el
mundo, tal como sucedió en los 60.
El México partidócrata no está
exento de asimilar su naturaleza y por lo tanto, debemos guiarnos por “lo que
hay”, que en estos momentos es el voto, aprovechando esos 14 millones de nuevos
votantes más los que se unan. Hoy tenemos la oportunidad de elegir, pero no de
cambiar radicalmente; por algo se empieza y se está logrando con el despertar
de las conciencias, aunque haya quien se empeñe en ponerle uno o varios colores
políticos. Eso es lo que se debe defender.
Ahora sólo resta mantenerse en pie
de lucha y no escatimar en el desgaste de gargantas y el Quinto Poder de las
Redes Sociales, para que lo que vive nuestro país se convierta, quizás acorde
con su naturaleza, en una especie de “partido” de la ciudadanía y aspiremos a
participar integralmente en las decisiones de un México lastimado, pero con
potencial interminable ¿o tú qué opinas?
Twitter: MA_GomezPolanco
Facebook: Miguel Ángel Gómez Polanco
Correo electrónico: magomezpolanco
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