Por Miguel Ángel Gómez Polanco
"La libertad de expresión está definida en el artículo 13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos como un derecho preferente y fundamental, que influye en la existencia de una opinión fundada y veraz dentro de un régimen verdaderamente democrático. Sin ella, no puede calificarse a una sociedad plenamente libre".
Lo anterior es un extracto de la entrevista realizada por un servidor al Licenciado Fabián Aguinaco Bravo; abogado encargado del recurso de amparo interpuesto por un grupo de ciudadanos -entre los que se encuentran comunicadores e intelectuales de México- y dirigido a la reforma de la fracción tercera del artículo 41 de nuestra constitución, en el cual se prohibe la contratación de espacios en radio y televisión, cuando éstos cuenten con un contenido político y/o partidista, fuera de los tiempos asignados por el Instituto Federal Electoral -o de campaña- ¿te acuerdas? Espero que sí.
Aunque la SCJN ha pospuesto la revisión de este amparo, ante la falta de un magistrado que de su voto de diferencia (recordando que hay una vacante, tras el fallecimiento de José de Jesús Gudiño Pelayo), es importante que tengamos en cuenta este y otros temas que se relacionan con este derecho, que en los últimos días ha sufrido una curiosa conmoción tras la salida de la periodista Carmen Aristegui del noticiero Primera Emisión, de MVS.
Pero más allá de la salida de Aristegui y sus motivos -que van desde una "falta" al código ético de la empresa MVS por difundir como noticia algo que se considera un rumor, alusivo al mensaje de la pancarta que los diputados del PT mostraran en San Lázaro; hasta una presunta necedad de la periodista de no ofrecer disculpas por haber cuestionado el supuesto alcoholismo del presidente Felipe Calderón Hinojosa- lo más trascendental en estos momentos es la validez que le damos, como ciudadanos en pleno uso de nuestros derechos -y facultades, por qué no- a cierta información que a veces calificamos como chisme, otras como de interés nacional, unas cuantas sin algo que le brinde una verdadera importancia o simplemente como algunos decimos, evitándolo por tratarse de un asunto de "política".
No obstante, sería bueno tomar en cuenta un factor que, desde un punto de vista personal, debiera acaparar nuestra atención: los modos en que ejercemos nuestra libertad de expresión. Es decir ¿realmente podemos considerarnos una sociedad con el conocimiento e inherente necesidad, para cuestionar las maneras en que se nos proporciona la información?.
Recordemos que la libertad de expresión no sólo es la posibilidad de emitir una opinión y que sea percibida por cualquier audiencia, público o los cuates. Este derecho también incluye el que contemos, como sociedad democrática y plena, con espacios en los que la información que se difunda, sea veraz, objetiva pero sobre todo, sin ataduras. Inclusive, si nos refirieramos a un medio con línea marcada en su información, que éste se encuentre al alcance, libre y sin distinciones para quien desee recurrir a él y entonces dar paso a la opinión pública.
El problema es cuando nuestra educación, costumbres y todo aquello que engloba las características culturales de un país, es los que tristemente limita el flujo de la información, así como los deseos en la sociedad de permanecer informado. Tal vez por eso en México es más fácil preferir la entrevista de Andrea Legarreta a la joven mártir Daiana, que leer (peor tantito ¡leído!) las 10 claves para entender el conflicto en Egipto, publicadas por CNN ¿no? (Adjunto el link paea quien desee consultarlo: http://mexico.cnn.com/mundo/2011/02/04/10-claves-para-entender-la-crisis-en-egipto )
Pero dentro de todo esto, hay cosas buenas, en las que la Internet juega un papel muy importante. Por ejemplo, aunque el nivel periodístico en México, adolece de protagonistas que practiquen una "política de la opinión" adecuada a las condiciones y necesidades informativas del grueso de la población mexicana (pobre y con acceso condicionado a la educación); la denominada "súper carretera de la información" ha abierto al mundo la posibilidad de enterárse de todo, en una sentada y sin restricciones; por eso el interés primordial de diversos países por ver la Internet como herramienta de desarrollo, sobre todo para fines educativos en espacios donde el rezago lo condiciona mayormente.
Así pues, por una parte están las celebradísimas redes sociales, encabezadas por Facebook y Twitter, por ejemplo. Ahí, se puede decir que la opinión pública es la base de su funcionamiento, pues en los "perfiles" que las integran, podemos encontrar todo lo necesario para satisfacer la necesidad de información, que de una u otra manera experimentamos en algún momento del día.
Otro ejemplo, conocido y fácil, es el sitio multimedia Youtube. ¿Quién no se carcajeó con el "Canaca", "Edgar", "El Taquero Mamón" y diversos videos que han saltado a la fama tras provocar alguna sensación en el público, siendo éste el que los ha hecho trascender a través de sus visitas, versiones y... opiniones al respecto?
Por esta razón y haciéndo uso de estos populares ejemplos, les pediría que chéquen los siguientes videos y respondan con sinceridad ¿quién es más responsable de que la información en México esté sesgada y encima de eso, con un permamente riesgo de censura? ¿"El Gobierno" o nosotros? ¿Realmente estamos conscientes de lo que significa el reclamo de una libertad de expresión violentada?... Ustedes tienen la última palabra.
Javier Alatorre al presidente Calderón...
O'Reilly al presidente Obama...
Las preguntas incómodas...
Encuentren las 10 diferencias y gánense el "premio" ;)
¡Espero sus comentarios!
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