martes, 15 de febrero de 2011

Vía Crítica / Ciudadanos al poder

 Columna Vía Critica

Ciudadanos al poder

Por Miguel Ángel Gómez Polanco


"La ciudadanía no es un estado del ser, es un ejercicio social, un músculo que hay que vigorizar con la práctica continua, con la presión sin pausa dirigida al poder público, para que se abra y transparente, para que mejore su eficacia bajo nuestra vigilancia."

 

- Fernando García Ramírez

 

          Las palabras del actual Director General del proyecto "Lupa Ciudadana", que dan inicio a este panfleto, son citadas con base en una reflexión posterior al encuentro que tendría su seguro servidor el pasado domingo 13 de febrero en la Plaza Lerdo de la capital veracruzana, con el economista Román Cotera; quien cartón en mano con la leyenda "Ya Basta", se postró en el mítico punto de reunión xalapeño para secundar una causa que a continuación describiría. 


Román me explicaba que su importante pero solitaria manifestación era parte de un movimiento denominado "Ciudadanos al Poder"; promovido por 20 organizaciones ciudadanas a lo largo y ancho del país, que comenzaron su camino activista posterior a la denominada "Marcha por la Paz" realizada hace casi tres años en la Ciudad de México y otros importantes rincones de provincia; teniendo como objetivo principal la reiteración de la célebre propuesta "Si no pueden, renuncien", ante la ineficacia con la que se ha manejado sobre todo el tema de la inseguridad, representado por las más de 34 mil muertes "oficiales" de las que se tiene conocimiento.

 

Posteriormente, fue inevitable que viniera a mi cabeza cuestionar a Román sobre las intenciones políticas y/o de representación que tiene el movimiento encabezado por éste en Xalapa, a lo que el economista respondió que no existía ninguna intención de posicionar personalidades de extracción ciudadana y mucho menos respaldar la idea en otros como Alejandro Martí, dejando absolutamente claro que se trata de una actividad netamente promovida por personas sin aspiraciones políticas –y menos, ególatras- que busca crear conciencia sobre el empoderamiento que puede alcanzar la sociedad, cuando se toman las decisiones como convicción.

 

Sin embargo -y aunque Román ciertamente lo negó- este movimiento, con antecedentes concretos en nuestro país, es una innegable inercia de lo acontecido en Túnez y Egipto, y que ya ha tenido repercusiones en otros países como Irán e Italia. ¿Está mal? ¡Por supuesto que no! Aunque es necesario reconocer que la legitimidad de una acción como la que "Ciudadanos al Poder" tiene en su potencial y consecuentes alcances, está en tela de juicio.

 

En ese sentido, traigo a colación una anécdota que contara el escritor ibérico Arturo Pérez-Reverte en el texto Patente de Corso, de su propia autoría y que cito a continuación: "bebiendo zumo de frutas en un hotel de Dahrán, Arabia Saudí, un oficial norteamericano de las fuerzas especiales llamado Gamboa me contó que, en situaciones extremas, aislados en territorio enemigo, los soldados de origen latino -teníamos alrededor, en ese momento, a montones de ellos apellidados Sánchez y González- solían comportarse mejor, estadísticamente, que los de origen anglosajón. Éstos últimos funcionan muy bien en equipo, dijo. Más cohesionados, solidarios y disciplinados. Pero cuando falla el apoyo exterior, las cosas se van a tomar por saco y cada cual se queda solo y debe apañárselas como puede, los latinos llevan ventaja".

 

Y no hay mejor manera de explicar la reflexión que da origen a esta columna. Lo sucedido en medio oriente y que probablemente se propagará en mayor medida próximamente; difícilmente puede ser comparado con cualquier intención de emular las actitudes y acontecimientos en este lado de occidente, específicamente en México.

 

Nuestra naturaleza, no obstante los mil defectos que pueda tener -desde el conformismo y la desidia, hasta un errático activismo y la confusión de ideales- tiene como especial característica una habilidad que nos identifica plenamente: somos unos resongones de primera. Esta situación, basada en lo que rememora Pérez-Reverte, resulta interesante y digna de analizarse si se considera que ser resongones, cuando se justifica la acción misma, ofrece la oportunidad de alcanzar niveles imprescindibles en la obtención de autonomía y beneficios colectivos, partiendo de la esencia independiente e incluso hasta progresista, que llevamos en nuestra sangre latina.

 

¡Pero! La pregunta que nace de este escenario es ¿realmente estamos dispuestos a que nuestro resongue escale y evolucione a un cambio de actitud? 

Román Cotera, el pasado domingo en la Plaza Lerdo de Xalapa

 

Como sabemos, lo sucedido en Egipto se originó -principalmente- a través de redes sociales como Facebook y Twitter; espacios donde la opinión pública tiene el don impulsor de acciones que pueden resultar benéficas para la sociedad, pero también todo lo contrario. Además, esto adquiere una relevancia mayor si tomamos en cuenta que México superaba a todo el Medio Oriente en la incursión de usuarios a dichas redes, semanas antes de suscitarse los acontecimientos en Túnez; siendo Twitter el que ha aumentado notablemente su presencia en nuestro país, logrando un crecimiento del 14%, por un 9% de los segundos; esto, hasta el cálculo del tercer trimestre del año 2010 realizado por la empresa de medición comScore.

 

Por estas razones, es necesario meditar si los movimientos, como el protagonizado por Román Cotera, que además, tiene su Hashtag (palabra o expresión vinculatoria para la red social Twitter, antecedida por el signo "#") #CiudadanosAlPoder, pueden o podrían tener verdaderas aspiraciones de trascender en un país que, a pesar de su cada vez más notorio aprovechamiento de herramientas tecnológicas, posee ese don latino del que hablaba aquel soldado a Pérez-Reverte, y que bien podría ser un albur dadas las actuales conductas sociales adoptadas por la población mexicana: resongar y expresarse con el mejor fundamento, pero dejar todo en eso y cooperar con el principal enemigo de la libertad de expresión que es la simple expectación, sumada al desafortunado rezago, la desconfianza e ignorancia general que sufre gran parte del país.

 

Es decir, en el punto histórico que vive nuestro planeta, donde cada vez es más inminente el surgimiento de nuevas revueltas y reclamos dirigidos a todo aquello que atente contra los intereses de un auténtico estado de derecho y respeto a las garantías de cada país; lo conveniente sería que como mexicanos, antes de lanzarnos a las calles y resongar o escribir en Twitter y Facebook el repudio hacia cualquier decisión gubernamental, nos diéramos el tiempo para pensar si verdaderamente estamos dispuestos a conocer las razones de nuestro descontento y manifestaciones consecuentes.

 

No hay duda que podemos y hasta lo haríamos solos, pero el momento por el que atraviesa la humanidad definitivamente no concuerda con esa característica de "independencia latina" que nos identifica, por lo que la inequívoca definición que Fernando García Ramírez le da a la palabra "ciudadanía", terminaría siendo una utopía de oportunidades para obtener un progreso palpable en nuestro país completamente desperdiciada, si no se fomenta el trabajo en equipo.

 

Por eso, no olvidemos nunca que el cambio se construye, no sólo se planea, y para eso, “dos cabezas piensan más que una”.

 

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