Una barbaridad -¿involuntaria?- es lo que sucede en estos momentos con la candidata a la presidencia por el PAN, Josefina Vázquez Mota. Sí, porque la realidad de los mexicanos en la actualidad, dista del impacto deseado tras las apariciones de esta cándida mujer, quien ha provocado un sinfín de reacciones, la mayoría malas, con las cuestionables acciones diseñadas por quien la asesora, es decir, el español Antonio Solá Reché.
Y es que comienza a ser grande el sentir de contradicción que invade a una buena parte de los mexicanos, luego de que Chepina protagonizara escenas muy lejanas de lo que, por lo menos por protocolo, corresponden a una aspirante por la silla mayor.
Por ejemplo, la aparición de la exdiputada federal en la cocina de una plaza de toros, fotografiada con los chefs encargados del lugar. ¿Qué hacía ahí? Quién sabe. Sin embargo, lo trascendental radica en el repudio que una “fiesta” como la tauromaquia tiene en estos momentos en México, donde poco más de 100 organizaciones protectoras de animales han manifestado inconformidad y retiro de su ya de por sí parcial respaldo a la panista, al considerarla un disfraz de sus intereses.
Asimismo, está la ampliamente comentada ausencia de su hija Celia María en la portada de la revista Hola, supuestamente discriminada por la gordura de ésta; acontecimiento que marcó la susceptibilidad de los mexicanos y echó por tierra la idea de que una mujer podría promover un verdadero cambio, basada en su sensibilidad.
Esto último, vale la pena mencionar, también ha generado molestia en varios sectores identificados con el feminismo, pues dicho argumento resta importancia al esfuerzo emprendido por la equidad desde hace décadas y que la candidata panista insistió en utilizar, hasta hace pocas semanas, como estandarte en su andar.
Pero si lo anterior no le basta, ahí le va más: en un intento de “acercar” la imagen de Vázquez Mota a la ciudadanía, se eligió la "estrategia" de llevarla a un centro comercial, tomarle fotos y asegurar que, como todos, “ella también va al súper y compra su despensa”. Esto ha causado una controversia desfavorable para la candidata, debido en gran parte a los detalles que se han encontrado en las instantáneas, producto del perfil centinela promovido en los mexicanos a causa de la desconfianza, así como por el poderío y alcance de las redes sociales, donde se origina prácticamente todo lo aquí descrito.
La aparición de los mismos “extras” que en otros escenarios alrededor de Josefina en esta serie de fotos despertó las más severas críticas, cuestionando su veracidad y poca sinceridad en los sentimientos que supuestamente se querían transmitir, y desatando una vez más la reprobación de un amplio sector de la población.
Pero Chepina no es la única que ha protagonizado situaciones más dignas de un show televisivo, que de una elección últimamente. ¿Adivine quién más? Sí: Enrique Peña Nieto regresó a escena, esta vez con un documento filtrado al periódico Reforma que se titula “El candidato de las mujeres”, presuntamente elaborado por el coordinador de compromisos del copete más famoso de México, Gerardo Ruiz Esparza.
De acuerdo con el rotativo nacional, el panfleto tiene el objetivo de “recuperar” al electorado femenino identificado con Josefina; perseguidora más cercana del priista. Lo increíble es la estrategia que plantea para lograrlo: impulsar telenovelas con un nuevo modelo de convivencia, en horarios estelares… Sí, leyó usted bien: Enrique Peña Nieto, el esposo de la actriz Angélica Rivera y principal convenenciero de Televisa, piensa atacar el mercado que representa 50 por ciento del electorado a través del producto mayormente consumido por los mexicanos, de acuerdo con estudios diversos de comportamiento de audiencias.
Sui Generis
Como verá, la paralización de reformas de Peña Nieto, así como el falso aprovechamiento de Josefina Vázquez Mota de todas las herramientas que proporciona la Sedesol, desde que fue su titular, para crear una estructura populista nunca vista en el PAN, no ostentan como parte de las prioridades para la crítica nacional.
Ambos candidatos, sumados al non grato e indiferente “amor” de Andrés Manuel López Obrador, desarrollan una de las mejores cátedras del “arte del reflector”, en el que los temas de principal incidencia en el país no importan tanto como quien logre estar más tiempo en el ojo del huracán de los menos favorecidos, los clase medieros, intelectuales, la burguesía y todo aquel que habite en este país.
Pero ¿de quién es responsabilidad que este penoso teatro siga? ¿De sus respectivos estrategas, quienes se adaptan a las características de la población para influir en ella, o de la misma población que insiste en consumir estos bodrios electorales, espectaculares pero carentes de sustancia y propuesta? Ahí se la dejo, estimada y estimado lector.
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