Por Miguel Ángel Gómez Polanco
Las estructuras políticas destinadas al control de una elección y subsecuente búsqueda del triunfo, son parte indispensable en el quehacer de los partidos. Algunos optan por el populismo y se establecen por la vía seccional; otros, lo hacen a través del monitoreo y análisis del comportamiento en las preferencias del electorado. Es decir, estrategias para promover el voto, hay de sobra.
Sin embargo, como en casi todo, hay límites, ya que existen posiciones desde las cuales resulta inaceptable que se adopte una postura proselitista a favor de los colores que representa la persona en el desempeño de su cargo. Evidentemente, el presidente de un país está incluido en esto, siendo la figura principal de una prohibición no escrita que, más que otra cosa, debe apelar al sentido común y el respeto de un proceso electoral que pretende ser inobjetablemente democrático.
Quien está al frente del Ejecutivo federal es el que, en principio, debe representar a la democracia, pues elegido a través del voto, ostenta una responsabilidad que sin importar el caso debe mantenerse al margen de los procesos de sucesión, apostando por un ejemplar accionar y alejado de artimañas en las que el aprovechamiento de su cargo le facilite el convencimiento del electorado, pues una cosa es hablar del tema que acapara la atención de todo el país y en el que ni el mismo presidente está exento de opinar, y otra –muy diferente- que se utilicen nombres, datos y aseveraciones que intenten orientar las tendencias.
Todo lo anterior, viene a colación por la desafortunada participación de Felipe Calderón Hinojosa en la XX Reunión Nacional de Consejeros Banamex, donde al hacer referencia sobre las elecciones del próximo 01 de julio y calificarlas como “reñidas”, se apoyó, según versiones de los propios banqueros asistentes, en láminas que demostraban la cercanía de la candidata de Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota, con el del PRI, Enrique Peña Nieto, asegurando además que la competencia ya se había cerrado entre estos dos personajes y considerando que Andrés Manuel López Obrador no tiene nada qué hacer.
Esta situación, distante de la actitud que debe tener un presidente ante el tema electoral, se da en un contexto que fomenta la suspicacia y aumenta las dudas sobre el proceso de mediados de año, pues en teoría, Calderón emitió estos comentarios “bajita la tenaza” en una reunión cerrada, donde los medios de comunicación no tuvieron acceso, suscitándose las versiones a través de los asistentes y detonando, por lógica, la crítica de diversos sectores del país.
A esto se suma la legitimidad de la encuesta expuesta por Felipe Calderón, pues de acuerdo con el consejero Marco Antonio Baños, ésta no se encuentra registrada ante el Instituto Federal Electoral, como lo estipula el artículo 237 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), por lo que afirmó que se emprenderá una investigación al respecto.
No obstante, el presidente tuvo una buena “puntada” durante la conmemoración del Día de la Bandera en el Zócalo capitalino, donde afirmó que será respetuoso de la elección y todo lo que conlleva el tema, en una suerte de aceptación por el error cometido que fue bien aceptada por la mayoría de los actores de la política nacional.
Pero ¿y los que votan? Yo no sé usted, estimado lector, cuál es la opinión que le deje esta situación protagonizada por el mandamás mexicano, pero lo que sí es un hecho es que quienes deben ser mayormente cuidadosos con este tipo de demostraciones debemos ser precisamente los que depositamos la boleta en las urnas, pues estos “cabildeos” que, vale la pena mencionar, siempre han existido, deben contar con la prudente responsabilidad de elegir a quien nos gobernará por los próximos seis años, tomando en cuenta la grave crisis que vive el país en varios aspectos como la inseguridad, incertidumbre económica, pobreza, educación y otros tópicos que invariablemente nos afectan a todos.
Y es que en esta ocasión le tocó Calderón Hinojosa ser el “ventilado” y añadir más pimienta al show de las elecciones, pero esto, más que críticas, también puede servir como un referente de lo que se gesta al interior de las instituciones y se transmite en las zonas y con las personas que menos posibilidades tienen de ejercer un mejor razonamiento de su voto, por lo que es indispensable pensar en ello para también, como ciudadanos, aportar en medida de lo posible a la concientización de las decisiones que habremos de tomar en este 2012.
SUI GENERIS
Según otra encuesta, pero hecha por el periódico El Universal, el 59 por ciento de los consultados ya están seguros por quién votará, resultando ganador el candidato priista Enrique Peña Nieto sobre sus contrincantes, con 16 puntos porcentuales de diferencia respecto a sus más cercana perseguidora, aunque con un ascenso en la aceptación de ésta, al igual que de Andrés Manuel López Obrador, de nueve puntos en tres meses. No obstante, 26 por ciento aseguraron que aún podrían cambiar su voto y 15 por ciento no contestaron. Conclusión: aún hay tiempo y muchas posibilidades en este proceso del que nadie puede dar por sentado nada, así que no se deje engañar.
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