“No hagas cosas buenas, que parezcan malas”, versa aquel popular dicho sobre las intenciones y en Veracruz, vaya que se comprobó.
Después el funesto escándalo por la detención de Miguel Morales Robles y Saíd Sandoval Zepeda; al primero, por haberlo “cachado” con 25 “melones” en maletitas (aunque no se aclaró si con o sin ligas) en el aeropuerto de Toluca, mientras que al segundo por andar haciéndole la valona a éste, despertó entre otros sentimientos, indignación y juicios lógicos, sobre todo por el lugar donde arribaron estos aventados: el Estado de México.
El principal señalamiento: que el dinero iba “etiquetado” para apoyar a Enrique Peña Nieto, algo que suena, además de obvio, muy coherente y -a estas alturas- fríamente intrascendente, pues se trata de una más de las ancestrales prácticas tricolores, no obstante que el mandatario veracruzano mandó a don “Tommy” Ruiz para aclarar el verdadero motivo de la transportación del efectivo, como pago a la empresa Industria 3 Studios, propiedad del laureado realizador Willy Sousa, por la organización y operación de las festividades de la Candelaria, Carnaval de Veracruz y Cumbre Tajín.
De lo anterior, se pueden concluir varias situaciones, que no dejan de tener un notorio desencanto.
Lo primero: es sabido por todos que Willy Sousa fue uno de los principales beneficiados por la celebración del Bicentenario de la Independencia en el 2010, pues la contratación de éste para varios de los eventos que enmarcaron el festejo, trajo consigo un fuerte gasto como pago por sus servicios.
Según Ricardo Sánchez Reyes, abogado de Industria 3 Studios, el contrato se realizó a través de la Secretaría de Finanzas y Planeación en enero pasado, sin embargo, el gobierno estatal no transparentó dicho acuerdo ni tampoco los términos en los que se dio, a pesar de que la Ley de Adquisiciones de Veracruz en sus artículos 26, 27, 28, 29, 31, 37, 38, 39, 43 y demás relativos y aplicables, indica que los contratos mayores de 182 mil pesos deben otorgarse por licitación.
Esto evidentemente no ocurrió y, para acabarla de amolar, el abogado dijo en un comunicado que el pago tenía como opciones la transferencia electrónica o en efectivo, aunque desconocía la logística que el gobierno de Veracruz utilizaría. Como quien dice “ahí quedó la bolita” para el que la quiera cachar.
Ahora bien, en segunda tenemos las salidas de dos funcionarios del gabinete estatal: Vicente Benítez González y Omar Alemán Chang; Tesorero de Sefiplan y jefe de la Oficina de Visitantes y Convenciones del WTC de Boca del Río.
La de Benítez pareciera una consecuencia hasta protocolaria por su aparente falta de pericia al haber mandado los dineros únicamente firmados y sin explicación de por medio, como si no supiera que en los aeropuertos, las documentaciones de esta índole son indispensables y deben ser precisas.
¿Le parece raro? A mí también. Una administración estatal no puede desconocer estos procedimientos, por lo que la suspicacia en el caso estaría apuntando a que esto fue un movimiento ciertamente planeado para causar la reacción que tuvo. El motivo: justificar, tal vez no de manera inmediata, movimientos como el que aconteció con el otro personaje en cuestión, el muy cuestionado Omar Alemán Chang, a quien los señalamientos por el uso de los recursos obtenidos a través del impuesto del dos por ciento al hospedaje lo tenían copado y habían obligado a guardar un relativo silencio hasta que se diera su inevitable ¿sacrificio?
No olvidemos, además, que Alemán es otro de los identificados con la “fidelidad” y por ende, sería una cabeza más en el matadero de los que pertenecen a este oscuro régimen que la actual gestión estatal parece querer desaparecer, aunque en el último de los casos, los recursos del citado impuesto (tal vez parte de los 25 millones asegurados) hayan servido para, en efecto, promocionar al estado contratando empresas de prestigio internacional para garantizar los resultados. ¿Entonces por qué no decirlo así, derecho?
SUI GENERIS
¿Juega Javier Duarte de Ochoa demasiado cerca del fuego? Al Ejecutivo estatal parece importarle poco ser crucificado por la opinión pública con acciones que promuevan una percepción lógica e inmediata, pero no precisamente certera, en vías de eliminar el verdadero lastre de Veracruz, en un primer escenario: el legado fidelista.
Lo anterior respondería a la estrategia electoral con la que estaría cooperando a través de su partido en el estado y, además, asegurar otras acciones que en sus cinco años restantes cuenten con el argumento necesario para ser aceptadas.
Asimismo, mejorar aún más la relación con el Gobierno Federal en lo poco que le queda de mandato, eliminando todo rastro del non grato Fidel Herrera y con el objetivo de aprovechar todo lo que se encuentre a su alcance para proveer a los veracruzanos de mayor certidumbre, incluso aunque lo que se vea, no sea lo que sucede en el fondo. O usted ¿cómo la ve?
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