SUI GENERIS: PERIODISMO LIBRE
La encuestitis
mexicana
El insufrible amuleto electoral ¿un
instrumento determinante en la intención de voto de los mexicanos 0 profeta de
la manipulación y arma de propaganda?
Por Miguel Ángel Gómez Polanco
“En mis encuestas, yo voy arriba”, “ahí están las
encuestas; nadie puede negar quién es el puntero”, “las encuestas han perdido
credibilidad”. Estas y otras frases se han vuelto recurrentes en el contexto
electoral de México; país con una tendencia mitificadora, derivada de la
incertidumbre inspirada por las instituciones y una élite gubernamental que ya
no ve la suya para encontrar nuevos métodos de convencimiento, alejados de sus
acciones como autoridad.
Pero ¿en
qué se basa la pretendida influencia de las casas encuestadoras? De acuerdo con
Leo Zuckerman, en la investigación “¿Quién es quién en las encuestas?”
publicada en marzo pasado: “El valor de las encuestas preelectorales es que
predice quién va a ganar la elección. O, para ser más precisos, quién es el que
tiene una mayor probabilidad de alzarse con la victoria”.
No
obstante, este poder predictivo se ha visto alterado debido a la efervescencia
social que acontece en territorio mexicano actualmente. Las muestras de
apoyo/repudio a la y los aspirantes presidenciales, han socavado las
metodologías en las que son basadas las encuestas, para convertirlas en una
arma electoral, por lo menos ante la percepción de las mayorías.
A lo
anterior se suma la reglamentación aplicada por el Instituto Federal Electoral
para regular el impacto de estos consagrados amuletos electorales, pues de
acuerdo con el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales
(Cofipe), las encuestas deben ser registradas (junto con la explicación del o
los métodos para su aplicación) y detallar dónde serán publicadas, únicamente
con el fin de mantener informado al órgano electoral. Es decir, no existe
ningún marco legal para cuestionar su veracidad.
Ante
esta situación, la descalificación y/o aprovechamiento de los protagonistas en
la carrera electoral, se ha convertido en una constante, prestándose las
encuestas como un blindaje o, en su caso, como una manera de contraponer la
concepción de autonomía en la población votante, generalizando su preferencia y
apostando por infundir, en la mayoría de los casos, una suerte de resignación.
“Los
contratantes”
El Artículo 44 del Código Federal de Instituciones y
Procedimientos Electorales (Cofipe) indica que: “No será pública la información
relativa a los procesos deliberativos de los órganos internos de los partidos;
la correspondiente a sus estrategias políticas y de campañas electorales; la contenida en todo tipo de encuestas por
ellos ordenadas, así como la
referida a las actividades de naturaleza privada, personal o familiar, de sus
afiliados, dirigentes, precandidatos y candidatos a cargos de elección popular”;
he ahí el “problema”.
Ante la
falta de certificación para los resultados por parte del árbitro máximo de la
contienda electoral, no se garantiza su certeza, además de tratarse de una muestra
determinada a partir de métodos que han sufrido cambios que dependen en gran
parte de quien las contrata. Incluso, la consejera electoral, María Marván
Laborde acusó que “escasean datos de recopilación como vivienda, telefónica,
etcétera; así como método de muestreo, tamaño de la muestra, fraseo de la
pregunta, porcentaje que no contestó, nivel de confianza, rango de error
estadístico e incluso fecha del levantamiento”.
Asimismo,
son varias de las propias casas encuestadoras las que aseguran que entre más
cercanas se apliquen estás herramientas recopiladoras de opinión al día de la
elección, el resultado será más fiel al poselectoral e incluso puede significar
“una voltereta radical”.
Y es que como explica el abogado y
analista electoral, Joel Vera Terrazas: “Las encuestas son sólo un parámetro de
la tendencia que el votante tiene en un momento determinado, pero no son el
reflejo de lo que acontecerá el día de la elección, pues son muchos los
factores que pueden modificar los resultados de una encuesta, como lo son
aquellas personas que participaron en la encuestas pero que no participaron en
la elección; aquellos que al sufragar cambiaron de opinión o los que falsearon
la información al ser encuestados”.
No dude, pues, de quién tiene la última
palabra para elegir a quien gobernará México los próximos seis años y no
precisamente porque una encuesta lo “prediga”.
EL DATO
-
De acuerdo con el Cofipe, tres días antes de la elección
ya no pueden ser publicados los resultados de las encuestas de índole particular.
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De acuerdo con la consejera del IFE, María Marván
Laborde, hasta el mes de mayo, 16 empresas se habían registrado para hacer
encuestas de salida y conteos rápidos el primero de julio.
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-
El IFE ha detectado múltiples deficiencias científicas de
los sondeos; sin embargo, eso no ha sido impedimento para la publicación de
supuestas tendencias.
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La “dependencia encuestadora”: del 15 de diciembre al 9
de mayo se han difundido los resultados de mil 67 encuestas. En el mismo
período, pero del año 2006, la cantidad fue de 57.
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De las 44 últimas encuestas preelectorales, 32 acertaron
al ganador, un 73% de efectividad. GCE, la empresa que más publicó, acertó en
10 de sus 13 encuestas. El Universal tuvo un récord perfecto en la predicción
del ganador: cinco de cinco. Reforma, en cambio, le pegó a dos de cinco, una
efectividad de 40%. De las cuatro encuestas de Consulta-Mitofsky, erró en una y
acertó en tres (75% de efectividad). (Tomado del estudio “¿Quién es quién en
las encuestas?” de Leo Zuckerman; marzo 2012)
-
En una encuesta aplicada en la red social Facebook
durante mayo del año en curso (mes contemplado como la mitad de las campañas
presidenciales), dentro de un universo de opinión de 1,080 personas; el
resultado de dichas herramientas en la intención de voto a partir de la
pregunta: “Para fines de investigación periodística: ¿qué tanto influyen las
diversas encuestas electorales en su preferencia de voto?, fue de:
·
(65) Nada; las mantengo al margen de mi decisión
·
(12) Regular; las tomo en cuenta, pero no definen mi voto
·
(14) Poco; no creo en ellas, pero las tengo presentes
·
(15) Agregó respuestas como:
-
(9) Nada; para mí, la gran mayoría están manipuladas
-
(2) Estoy definido/a sin ellas
-
(1) Demasiado de ello depende mi voto
-
(1) A las oficiales que dicen en tv, no les creo nada
-
(1) Me interesan
-
(1) Mucho; en ello me baso para votar
Total de encuestados: 106 personas
Muestreo: aleatorio
Nivel de participación: 10%
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magomezpolanco@gmail.com
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