Miguel
Ángel Gómez Polanco
A
estas alturas, estimada y estimado lector, considero prácticamente inútil
preocuparse por la terrible guerra sucia en la estamos inmersos los mexicanos.
Se trata de una cuestión cultural de la que difícilmente nos desprenderemos, si
no empezamos por impulsar el rechazo generalizado evitando ser partícipes de
este atentado a la democracia. Lastimosamente, pareciera que nos encanta la alharaca
que esto conlleva.
¿Qué sigue? Es la pregunta del
millón. Las estrategias de polarización siguen aumentando de tono y ya pierden
noción del peligro extremo en el que envuelven a quienes participan de ella,
mediante la difusión y explotación del hartazgo que hoy en día distingue a la
clase electorera contra la ciudadanía mexicana. Las Redes Sociales, de a poco, muestran
signos inequívocos de una superficialidad que muchos, quizás, no quisiéramos ver
pronto decantada en desinterés ante la falta cimientos.
En este contexto, el ocaso de
expresiones trascendentales como el #YoSoy132, por ejemplo, ya es tangible,
debido a la conformación de grupos de choque cuya única intención es a todas luces,
“velar” por la desinformación, descalificando su legitimidad. ¿En verdad esta
vieja práctica que fomenta ignorancia y confusión, logrará abatir eso que
llamábamos ilusionados la “Primavera Mexicana”?
Por otra parte, la divergencia de
posturas políticas enfocadas a promover un falso populismo, también son parte
de un dudoso actuar ciudadano que urge identificar, y así, lograr evitarlo.
Para muestra, el “cuchicuchi” de
Josefina Vázquez Mota. Primero hubo quien demerito los alcances de una decisión
popular radicada en la conciencia de la juventud, posterior al movimiento
concebido en la Ibero. Ahora, la cosificación de la voluntad a través del sexo
condicionado en un entorno fácilmente manipulable, deja entrever una clara
confirmación de la degradada percepción que tiene la clase política respecto al
pueblo, pues una cosa es el chistorete
y otra, muy diferente, integrar y mantener esto en un discurso de mal gusto, ya
no sólo como signo de mediocridad en la retórica de la aspirante en cuestión,
sino como insufrible demostración de pobreza en su propuesta.
Llegar a algo así es, en definitiva, jugarle chueco a la democracia y darle “circo”
para entretenerla, olvidando sus necesidades, como la que por sí misma sugiere.
De igual forma sucede con la
exposición de la vieja usanza (con matices prácticos y, al parecer, perdurables)
representada por la satanizada y conocida dádiva electoral, como la legendaria despensa.
¿Quiénes son los convencidos de esta revelación? ¿Los que conocen de estas
prácticas o quienes las reciben y son las verdaderas presas fáciles de la
indecisión? ¿Realmente compartimos dicha información con quien más la necesita
o sólo la criticamos con cuestionable y egoísta indignación?
Y del otro: su pasado, la arrogancia,
intolerancia, faltas de respeto y socialismo tergiversado, ya no valen lo suficiente para mencionarlo. La partidocracia que caza los espíritus demócratas, convierte en ciego al sordo y viceversa. Está demás abordarlo.
México ya no da para más, debemos
estar convencidos de ello; más de lo mismo, de lo que consabidamente es en
detrimento de la dignidad que una vez tras otra, quienes “elegimos” utilizan
para hacernos de lo menos, nada.
Por eso será bueno preguntarnos
también ¿dónde radica la verdadera violencia de la que tanto nos quejamos? Si
de nosotras y nosotros parten las prácticas que secundan la parafernalia
inherente a la ignorancia, con campañas agresivas y ataques infundados que no
hacen más que evidenciar nuestro frágil criterio.
SUI GENERIS
Quedan,
pues, los anteriores pensamientos encerrados en interrogación para que usted
elija cuál responder.
Esta
vez y como siempre, la última palabra corresponde a quien se atreva a
cuestionarse a sí mismo y descubrir que la falacia regularmente encuentra mejor
acomodo en el conformismo generado por la desidia y los elementos que sólo en
elecciones aparecen, más no en la historia; aquella que repetimos
incansablemente por no conocer. Eso sí me da “cuchicuchi” vivirlo cada seis
años ¿a usted?.
Twitter: @MA_GomezPolanco
Facebook: Miguel Ángel Gómez Polanco
Correo electrónico: magomezpolanco@gmail.com
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