Por Miguel Ángel Gómez Polanco
Sí, leyó usted bien: “malditas elecciones”. El proceso de
supuesto cambio que experimenta cada seis años el país, ininterrumpidamente
desde 1943, está a punto de acabar, gracias a Dios.
La etapa
en la que México demostró la secrecía de una división, quizás aletargada;
despertó para elevar al máximo las pasiones y engendrar atípicas situaciones
que hoy tienen al país al borde la ebullición.
Esto, en
lo que cabe, no es malo. La conciencia colectiva de una mayoría controlada por
años, ahora cuenta con mayores herramientas para decidir mejor su porvenir, con
la mira puesta en que los próximos procesos se puedan desarrollar en medio de
un clima menos hostil y más pensante. Los precedentes sociales “#YoSoy” y sus
respectivos contrarrestos, quedarán como el cimiento de la esperanzadora revolcada que anhela un país enfermo,
para entonces pasar forzosamente por un proceso de maduración.
Lo “malo”:
los cambios no son inmediatos; quien haya pensado eso hace dos meses, se pasó
de ingenuo. La contienda en sí, presentó a las cuatro opciones más
decepcionantes de cara al importantísimo y urgente cambio en el país. Fue por
esta razón que las movilizaciones ciudadanas resaltaron en un plano electoral escéptico,
pobre, banal, triste y desangelado. Nadie quita mérito a los intentos por hacer
resurgir la exigencia de un país democrático, pero debemos ser realistas: lo
mejor de esta etapa que está a punto de concluir (por lo menos en su fase “regular”)
fueron los destellos revolucionarios e insurrectos que sirvieron para contagiar
a la nación de lo prioritario para el desarrollo: un mejor manejo de la
información.
Lo otro “malo”:
sea quien sea la o el que gane, los 65 mil muertos producto de la “guerra” de
Calderón no se compararán con la inquisición laboral que habrá para todos
aquellos que apoyaron proyectos diferentes al que ocupe la Silla Mayor y
formaron parte de la confrontación que caracterizó el proceso.
En
verdad, amiga y amigo lector: la grilla es inevitable, como también existe la
hermandad y correspondencia en los partidos políticos por los apoyos ejercidos
persona a persona, cada quien desde su trinchera, cosa que ha dado un poder
estructural a algunos para ejercerlo, obtener poder y, además, acrecentarlo.
Los
verdaderos proyectos de nación se construyen partiendo de los aciertos que pueden
sustentar un potencial partidista por el bien de la gente en general, aunque ello
parta de aparente sesgo a favor de la o las instituciones y sus candidatos.
¡Ah! Pero
¿qué fácil es criticar la mega maquinaria priista, verdad? Y peor aún ¿qué
hacemos para, sin tener que “descubrir el hilo negro”, tomemos lo mejor del
propio PRI, la izquierda y el PAN para el bien común? Nada ¿verdad? No, porque
la flexibilidad ideológica es nula en México; todo se resume en agresiones e
intereses personales. Yo mismo lo he practicado y sido "víctima" también.
Así pues,
el párrafo anterior respalda el título de este panfleto. Vía Crítica nació como un proyecto editorial que se enfoca a la
exposición de situaciones cotidianas en el acontecer nacional e internacional,
de una manera –válgase la redundancia- crítica, sarcástica, ácida, libre,
responsable, imparcial y sin compromisos informativos, más que con sus
lectores.
Por esta
razón he decidido frenar momentáneamente su publicación, con el objetivo de no
representar una herramienta más para el ataque a una semana de la elección, apelando
por la autocensura de forma más racional y prudente; utilizándola para acabar
con el deterioro de las relaciones humanas –propio de un ambiente de catarsis como
el que vive el país actualmente- y en busca de que la información se genere sin
compromisos pero en un entorno menos violento y más armónico, que le permita a
la mexicana y al mexicano discernir entre ataque y crítica constructiva (e
incluso evitar el primero).
SUI
GENERIS
No, no me volví loco. Quizás me abandone mi familia, me
quede sin pareja, sin amigos y sin muchas cosas más por la pasión que deriva de
un pensamiento progresista y de cambio que aún no se ve en el horizonte próximo
de México, pero que ya presenta señales de compostura. Tal vez, también, temo
por mi trabajo y no tener qué comer, por lo que quiero evitar ser bloqueado en
las oportunidades fácticas que velan regularmente por la conveniencia y no por
la capacidad individual, por lo que “debo” dejar de escribir, lo cual, espero,
pueda ser erradicado para dar entrada a quienes de verdad tengan la intención
de aportar en común y obtener un beneficio por ello.
Estas
razones son muy válidas para cualquiera, por lo que pido que no se entienda
como una “radiografía” de quien escribe estas líneas. Simplemente se ostentan
para describir el contexto por el que seguramente varios pasarán después del
primero de julio y que estuvieron en contra de quien resulte ganador.
Así es
se “administra” la opinión en México; así se manejan las posibilidades de cada
quien, todavía; pero tenemos que cambiarlo. Por eso, pido a quien resulte
ganadora o ganador, que tome en cuenta las críticas contra sus intenciones,
pasado o partido que la o lo representa, pero que al hacerlo, no signifique una
condena sexenaria.
Por mi parte y como ciudadano
con la disposición de colaborar a favor de mi país, me comprometo a que el
trabajo que haga será propositivo siempre y sin afán de descalificar,
confrontar, hacer guerra e imponer mis ideas o las de un color.
Así que:
Josefina, Enrique, Andrés Manuel o Gabriel; ahí está lo que puedo dar y ojalá que
ustedes, sea quien sea que gane, integre al país con nuestra ayuda. Pueden
tener la certeza de que –a nombre de una gran cantidad de mexicanos- tendrán
nuestro respaldo para lograrlo.
Es hora
de hacer de México, uno solo.
Hasta pronto.
Twitter: MA_GomezPolanco
Facebook: Miguel Ángel Gómez Polanco
Correo electrónico: magomezpolanco@gmail.com